Probablemente sea el autor teatral más humilde y popular que haya producido el país, movedizo e inquieto por excelencia. Hernández nació en Angol, saliendo del hogar a los 10 años y llegando de a pie a Cautín, desde ese momento su largo periplo por el país no se detendrá, siendo su infancia una etapa no estará exenta de sufrimiento, dado que, en muchas ocasiones tuvo que dormir en la calle, rodeado de perros, vagabundos y trabajar desde niño, desarrollando diversos oficios como lazarillo de ciego.
Autodidacta por definición, aprendió a leer y escribir por si mismo y si bien alcanzo a pasar por la primaria en Temuco antes de emigrar a Chillan, donde oficio de carpintero, fue solo a los veinte años en que se convierte en un “Traga libros”. Desde entonces, nada detendrá el voraz ímpetu del creador, novelas, cuentos, obras de teatro, revistas frívolas, notas de prensa, romances populares, relatos folclóricos, mitologías, etc. Son el inmenso caudal que se traduce en más de 40 obras, traducidas a más de 17 idiomas.
Un hombre de teatro, estrena en mayo de 1953 el drama popular” Chañarcillo” en el Teatro Experimental de la Universidad de Chile, un año después recibirá Premio Nacional de Arte mención Teatro en 1954.
Su trabajo rebelde, diferente, que hizo historia en la creación teatral y artística, siempre unido al pueblo, a la masa anónima que con sus dramas, vivencias y simpleza inspiraban su creación. El artista era uno de ellos, igual que su pueblo, de donde el nacía, una masa retraída, prudente y sabio, tal como era el mismo Antonio Acevedo Hernández, quien a los 76 años falleció.
Antonio Acevedo Hernández, pasó sus últimos años en Independencia, cerca de Las Hornillas, hoy Vivaceta, en calle Quezada Acharan 2023, la cual a sus espaldas tiene como símbolo arquitectónico al Teatro Libertad.