ENTREVISTA A CRISTIÁN MOLINA: “LOS TRABAJOS HABLAN POR UNO”.

Independencia, 14 de octubre de 2016.

Cristián Molina e Isidora Moulian (Directora Ejecutiva de Independencia Cultural)

Cristián Molina, orfebre ganador del premio Sello Excelencia Artesanía Chile y del Reconocimiento de Excelencia Internacional de este año, nos abre las puertas de su taller para contarnos sobre su trayectoria, sus sueños y cómo vive el haber recibido tan importantes reconocimientos.

Justo una semana después de haber sido distinguido con el certificado oficial de excelencia nacional, entregado por un comité compuesto por integrantes del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, el Programa de Artesanía de la Universidad Católica de Chile y la oficina UNESCO Santiago, este orfebre de 43 años, oriundo de Independencia, junto a otros 7 artistas, recibe además el Sello de Excelencia Internacional otorgado por el World Crafts Council (WCC), con patrocinio de UNESCO, que valida su pieza Guñelve tupu como un producto que cumple con los más altos estándares de calidad y sostenibilidad a nivel mundial.

El tupu es un objeto tradicional mapuche consistente en un alfiler o prendedor que se utiliza para fijar el kepan (manto) o el vestido tradicional de la mujer. Guñelve Tupu es una pieza que se apoya en la estructura formal original del tupu, agregando nuevos elementos al relato tradicional: calados, cobre y madera de picoyo.

Diseñador gráfico de profesión, trabajó sus primeros años dando clases en la Universidad del Pacífico y posteriormente en la Universidad Chile. Su paso del diseño a la orfebrería sucedió en medio de una búsqueda personal por reencontrar una especie magia que experimentó de niño, cuando en el taller de su abuelo, y guiado por éste, transformó un listón de madera en bolitas para jugar. Años más tarde, tomó un curso de orfebrería por hacerle un favor a un amigo. Entonces sucedió: el encuentro del amor definitivo por el trabajo artesanal y su materialidad; principalmente la plata y la madera.

Cristián, su esposa Fernanda y sus dos hijos, Pedro y Domingo, nos reciben en su hogar donde se nota el arte familiar que con humildad viste paredes y rincones. Su taller, ubicado al fondo de un pequeño patio, está lleno de objetos, materiales, herramientas, piezas y recuerdos; articulando un mundo de talento, honestidad, persistencia, alegría y mucha voluntad.

“Fue una yapa; la santa yapa; ¡La súper yapa!. […] Yo fui sólo por el Sello de Excelencia (nacional) pero el UNESCO ni me lo planteé. Y la verdad es que no sé qué pasará ahora que he ganado ambos… lo único que falta ganar ahora es la plata” nos cuenta Cristián entre risas, como queriendo quitarle el peso a esa realidad de precariedad laboral y económica que afecta a tantos artistas, sin distinguir esmeros ni talentos.

¿Acaso no hay un premio en dinero por haber ganado este reconocimiento?
No. Este año, se abrió el Sello de Excelencia Indígena, porque tenían muchos problemas al momento de evaluar. Porque la tradición que trae el indígena, muchas veces choca con la innovación que tiene el Sello de Excelencia. Y uno no puede desmerecer la tradición del pueblo indígena; incluso muchas veces se requiere que no innoven demasiado para que la pieza no se transforme en algo que finalmente no es. Entonces, se les ocurrió separar el Sello Nacional del Sello Indígena, para reconocer la tradición del oficio, y a ellos se les premia con un millón de pesos. Un millón de pesos puede sonar poco o mucho, pero a mi ese millón me permitiría cambiar las herramientas que uso… hasta el martillo lo tengo roto. Son cosas que ya tienen más de 10 años y las he usado cada día. Pero también pienso que la llave que abre las puertas vale más que un millón de pesos.

¿Nunca has pensado vender a tiendas?

Tuve tienda en el Patio Bellavista por 6 años. También tengo experiencia de consignación en tiendas. Para mi lo ideal es que las 7 piezas que hago a la semana las pueda vender yo directamente, porque no da. El trabajo de la artesanía es muy lento como para que ganemos todos. Ahora vendo en la calle mis joyas, en Bellavista. Arranco de los Carabineros; esa es mi realidad diaria. Por supuesto que mucha gente me conoce hace muchos años y me manda a hacer artesanía. Ayer hice unas herraduras, por ejemplo. Desde composturas, chiquititas por 1.000 pesos, lo tomo todo. Porque todo, finalmente suma. Entonces, con todo el miedo y la vergüenza que significa vender en la calle, salí a vender porque no tenía ni uno. Y me fue súper bien, porque los trabajos hablan por uno. Abrí mi maleta el primer día y se me acercaron otros artesanos quienes aprobaron mi trabajo; pasé la primera barrera. Ese día vendí y me fui con plata en los bolsillos. Así que, con vergüenza y todo, pensé en la plata que necesita la familia para vivir y ahí estoy, hace un año.

¿Qué viene ahora?
Por ahora, Guñelve Tupu va a estar expuesta en el museo de la Moneda a la venta, eso para empezar. También me gustaría hacer clases. Sobre todo a mujeres, para poder enseñarles el oficio ya que creo que es algo que puede hacerse en paralelo a la crianza de un hijo, por ejemplo. Pero como siempre me ha gustado lo social y lo organizativo, me gustaría ver manera de organizar la venta de artesanía en Bellavista.

¿Cómo lo harías?
Yo creo que el artesano tiene derecho a vender sus cosas donde quiera; obviamente respetando el espacio público y pasando por unos filtros de calidad, autenticidad, etc. Ahora, al no estar regulado, es súper peligroso. Y si tú preguntas a los artesanos si están dispuestos a pagar por un permiso para estar ahí, la respuesta es si. Muchos de ellos estamos dispuestos. Porque cuando uno paga tiene derechos y deberes, entonces sería buena la regulación. Además, el artesano que está en la calle todo el día sabe exactamente qué es lo que pasa alrededor y sería una forma de comunicación con el municipio. Actualmente esa comunicación se pierde.

¿A cambiado algo desde que ganaste?
Es difícil demostrar que uno es buen artesano, porque a quién le importan los artesanos. En este mundo hay que ser buen ingeniero, buen abogado… pero, ¿artesano…? Por eso postulé a este premio. Porque yo sé lo que valgo pero, ahora tengo como demostrarlo.

Cristián Molina
arbolesdeplata@gmail.com
+569 75320749 

Texto y fotografías:
Cristina Carrillo Guerra
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