Como diría el historiador Luis Vitale, la mujer permanece en “La mitad invisible de la historia”. En su libro el autor devela, hace más de tres décadas, parte importante de la participación de la mujer en diversos procesos políticos y sociales de América latina.
En efecto, la participación del género femenino en la construcción de la sociedad actual se mantuvo en un rol secundario y auxiliar en la discusión historiográfica. Es hasta hace muy poco tiempo que, fundamentalmente desde voces femeninas, comenzaron a emerger los nombres de aquellas mujeres que aportaron con importantes obras al país y la ciudad. En este contexto, relevar su rol es hoy día más importante que nunca.
La antigua calle de La Cañadilla -actual Independencia- fue durante la colonia el escenario de diversos y muy importantes sucesos; uno de ellos marcará a fuego las letras coloniales. Por entonces, el río Mapocho, con un caudal aún sin control, hacía de las suyas con sus frecuentes inundaciones o “venidas” que aislaban casi por completo la parte norte de la ciudad: La Chimba. Fue en junio de 1783 el día en que la naturaleza mostró una de sus caras más cruentas; un torrencial aguacero de casi nueve días consecutivos causó un estrago nunca antes visto.
Uno de los espectadores de este diluvio fue el Monasterio del Carmen Bajo de San Rafael. Inaugurado solo seis años antes, fue azotado por olas gigantes. En sus dependencias, las hermanas enclaustradas casi perecen ahogadas en sus celdas. Solo las súplicas y ruegos, así como la acción de un grupo de hombres comandados por Pedro García de la Huerta, impidió que las aguas desbocadas arrasaran con todo lo que había dentro del Convento.
El rescate y posterior traslado de las religiosas fuera del claustro, provocó algo más que la vergüenza por ver la luz. Los sucesos también fueron objeto de inspiración poética de una de sus internas, Sor Tadea García de la Huerta. Conocida como Sor Tadea de San Joaquín, pasará, sin querer, a escribir una de las páginas más importantes de la historia de la literatura chilena. La religiosa, a petición de su confesor, relató los hechos acaecidos en el temporal de invierno en hermosos 516 versos octosílabos a manera de romance, convirtiéndose así en una de las primeras mujeres escritoras de la ciudad de Santiago. Pese a esto, su autora permaneció por más 70 años en el anonimato hasta que en 1850, su romance es publicado en Lima por José Ignacio Eyzaguirre en su “Historia eclesiástica, política y literaria de Chile” .
En palabras de Juan Uribe, esta obra es la “Expresión tardía del barroco literario…en donde, el Romance de Sor Tadea luce como la única flor en el páramo poético de nuestro siglo XVIII”.
Con su obra, Sor Tadea, será la primera mujer en Chile que deja un legado literario al país y a la historia de la ciudad de Santiago.
Extracto parte del relato de Sor Tadea en su Romance:
Parecía que Neptuno/dejando su antiguo puesto/
Se difundía en las nubes sin mirar por su respeto/
Y liquidando los mares/ juzgo que del firmamento
Llover océanos hizo para nuestro sentimiento/
Pues de ese modo se hacía/ más caudaloso y violento
El gran cauce del Mapocho/ que corre al frente del
Convento/ el cual compitiendo ya/ con rápido
Movimiento/ Con Ebros y Manzanares/ y al Nilo
Aun llevando resto/ su sonido era aterrante/
Al más impávido aliento.
“Nos transportaban sin tiento/ Y a unas tomaban mal/
Y a otras las echaban al suelo/ Y algunas bien Embarradas/
Eran de la risa objeto/ De este modo nos pasearon/
Con tumultuoso ardimiento.”