Muchas décadas antes de que existiese actual sistema de transporte (Transantiago o Metro) y antes de la existencia de las antiguas micros amarillas, herederas éstas de los antiguos buses; existieron otras formas de transporte. Si nos remontamos al siglo XIX, en Santiago se utilizaba la tracción animal para trasladar personas de un lugar a otro. Así, los conocidos “Carros de sangre” o “Tranvías de Sangre” obra del ingeniero norteamericano Walter Evans quien diseña líneas férreas y tiradas por caballos, va a revolucionar el volumen del transporte.
De acuerdo al experto en estudios del transporte latinoamericano, Allen Morrison, ya en 1880 “500 caballos tiraban 100 tranvías sobre las calles de Santiago”, número que aumenta a cerca de 2000 equinos para fin de siglo, lo cual acarrea consigo graves problemas de salubridad. Dicha situación, comienza a modificarse con la llegada de la energía eléctrica, ya existente, con la iluminación de la Plaza de Armas, tiendas y portales de los alrededores, en las últimas décadas del siglo XIX.
Para comienzos del nuevo siglo, exactamente el 2 de septiembre de 1900, la Chilean Electric Company pone en funcionamiento el primer tranvía eléctrico de la capital. En tres años, Santiago ya contaba con 275 carros y 97 kilómetros de líneas férreas que cubrían la parte de la ciudad más densamente poblada. Así, durante más de medio siglo, los tranvías recorrieron las principales calles de la capital.
El tranvía llega a distintos rincones de la capital y por cierto, a la calle principal de la actual comuna de Independencia, por entonces el lado norte de la circunscripción de Santiago. Así, ya en 1906 para la inauguración del Hipódromo Chile, el Tranvía “La Palma-Plaza” partía en la Plaza de Armas y que seguía por 21 de mayo, ribera sur del Mapocho, luego puente de Bandera y enfilaba hacia Independencia, concluyendo su recorrido en Nueva de Matte, pudo trasladar a los cientos de asistentes de su inauguración.
A pocos años, la línea se extendió hasta la Plaza Chacabuco, que comienza a mostrar un diseño luego de 1911, por iniciativa de los vecinos del sector; en ella se incluía una especie de terminal y rotonda. Ésta va a dejar de ser terminal de estación cuando la Compañía de Tranvías y Alumbrado Eléctrico (CET y L) en Chile inauguró un peculiar nuevo servicio en el sector norte, era un carro abierto, bastante sencillo, el cual transitaba desde la Plaza Chacabuco hasta calle Negrete. Lo particular de este último tramo, consistía en que no existía cobro de tarifa, siendo de uso libre y gratuito, por lo cual la gente comenzó a denominarlo el “El carro común”
Otras líneas se agregaran a las ya existentes, asi en 1929 es posible reconocer la Línea Nº 29 Negrete: Partía en la Alameda y seguía por Ahumada, Puente, Garita de Mapocho, Avenida Independencia hasta Negrete, en el sector de Conchalí. Retornaba por la Avenida Independencia, Bandera, Alameda de las Delicias hasta Ahumada
Posteriormente, en la década de los treinta el “Carro 36” cobra vida, este llamado “Matadero-Independencia” partía en Franklin, pasaba por Arturo Prat, Alameda, Ahumada, Garita de Mapocho y luego enfilaba por Avenida Independencia hasta la Plaza Chacabuco, daba la vuelta completa a la plaza, y se iba en la dirección contraria para luego regresar por Independencia, Bandera, San Diego y después Franklin. En el lugar donde en ese tiempo, estaba el famoso matadero ahora está también el famoso persa “Bio Bio”.
De todos estas líneas, sin duda, lo pintoresco del “Carro comunista”, dejara el recuerdo de como el sistema de transporte en Santiago va conectando la ciudad y extendiendo la vida de la arteria más antigua del país, la Avenida Independencia.
Texto escrito y adaptado por Dante Figueroa, de “Los tranvías y el carro comunista”, publicado en La cañadilla.