Concurso de Fotografía y Relato Patrimonial
Segundo lugar, categoría después del 2000
Autora: Mireya Mix Benavides
Una tarde, la brisa helada de Otoño, me trajo una visión en la vieja fuente del antiguo Hospital San José, mientras danzaban los nenúfares embriagados del aroma de las buganvilias y las lavandas, trabajaba yo entonces (2005), en el Jardín Infantil “Estrellas de San José”, que se había implementado en las viejas dependencias patrimoniales. Cerré los ojos y escuché el bullicio del ir y venir de las ruedas oxidadas de las viejas camillas, pude sentir el roce de las telas de los largos delantales de los galenos, y los pasos apresurados de la entrada a la urgencia. Aquí vive gente?, preguntó el pequeño. No, respondió la madre, aquí solo está tu jardín y centros de salud, comprendes, no vive nadie acá. Pero yo vi a las monjitas , siempre están y me sonríen! Replicó el niño, y ella lo miró extrañada. Sentí que el tiempo detenido, confería una tristeza a mi visión, los funcionarios del hospital corrían asustados, cólera es cólera!!, una señora lloraba , mientras un médico alto y distinguido le explicaba cómo podía la muerte de su hija de diez años, sentí que una mano fuerte me daba un golpe en la espalda y me gritaba: Señora por Dios, avance!!. Los Nenúfares de la fuente se amontonaron en el centro y la ventisca movió la mochila del niño; ves mamá, ves a las monjitas, ahí van juntitas!. Yo no veo nada, y recuerda que no hay que decir mentiras hijito, respondió la madre… el niño calló, y se puso triste, yo no miento, están ahí, siempre.
Alguien me llamó desde la puerta y bruscamente salí de mi lapso, ah, si si, ya voy dije, y el hospital era otro, era ahora, era 2005 y no 1875!!. Estoy agotada pensé, ya, ya, ya voy le conteste a mi compañera. Te quedaste dormida?, no, sonreí, solo cerré los ojos y….., bueno es un poco complicado, la brisa otra vez movió sutilmente los nenúfares y sembró el aroma de lavanda por todos lados, me fui con mi compañera, mi cuerpo se fue porque mi alma, aún seguía allí.
La madre y el niño regresaban cada mañana a las 8 al jardín infantil, la madre habló con la Tía, Los niños imaginan cosas, es la etapa de cuatro a cinco años, usted sabe, amigos imaginarios y eso. La madre miró a la educadora, miró por encima de su hombro hacia los jardines y suspiró, en fin dijo, bueno, estaremos pendientes de él. El niño miró a través de la puerta posterior abierta, hacia la fuente y sonrió como asintiendo, pero no lo notaron ni su madre ni la Tía.
Yo, me fui el 2007, emigré a otro trabajo, más la fuente sigue, con nuevos nenúfares y sin lavandas.
La madre y el niño, dejaron su membresía el año pasado, iban cada día a la fuente en la época estival, lo que el niño veía, jamás lo vio su madre.
Una parte de nosotros, de la madre, del niño y de mí, siempre permanecerá aquí, en este lugar donde la memoria colectiva se entrelaza en tiempos paralelos, en años perdidos, donde las almas errantes seguirán enamorándose y apoderándose de la fuente y los jardines del antiguo hospital San José.
En mi querida INDEPENDENCIA, histórica.