CUARTELES MARURI Y VENECIA: LAS HUELLAS DE UNA MEMORIA OLVIDADA

Seguramente, la imagen más dramática de los luctuosos sucesos acaecidos el 11 de septiembre de 1973 es la de la Moneda en llamas. Sin embargo, desafortunadamente, ésta solo será la primera de una larga lista de sucesos luctuosos que se multiplicarán por todo el país.

Para los habitantes del territorio que hoy conforma la comuna de Independencia, el sobrevuelo de los aviones Hawker Hunter preparando el asalto a la Casa de Gobierno, la experiencia de ver los cuerpos de cientos de personas yaciendo en el lecho del río Mapocho o apilados en las puertas del Servicio Médico Legal o el Cementerio General, volvieron la muerte una compañera.

No obstante, el dolor, la persecución e indignidad de los hechos que fueron cometidos y, que llevaron a la tortura y muerte a cientos de miles de personas, permaneció oculta a los ojos de la población. Hoy se sabe que el riguroso y sistemático método de persecución utilizado por la dictadura, tal cual lo detalla Santos Herceg en el texto “Los centros de detención y/o tortura en Chile. Su desaparición como destino”, contó con la implementación de más de 11.68 Centros de Detención a lo largo de Chile. Así, edificios públicos, unidades militares y policiales, inmuebles particulares, entre otros, fueron utilizados para estos efectos.

Cuartel Borgoño. Osvaldo Osorio Zúñiga. Técnica mixta, grafito y tinta sobre papel (2017).

En el territorio local, el gran ícono de las violaciones de DD. HH fue el cuartel Borgoño, el que por poco más de una década, entre los años 1977 y 1989, fue usado como centro de detención y tortura por la Central Nacional de Informaciones, cuyos agentes de seguridad denominaron como «Casa de la Risa».  Aquí tenían su base de operaciones las unidades especializadas en el MIR y más tarde el FPMR.

En Independencia, al Cuartel Borgoño se sumaron otros inmuebles que fueron ocupados para fines represivos, casas deshabitadas y comisarías que también actuaron conforme a la lógica de terror que se impuso a sangre y fuego. Muchas de ellas como lugares de paso y otras que se establecieron como cuarteles más pequeños y que se mantuvieron operativos por algunos años. Estos fueron los casos del Ex Cuartel Maruri y el Ex Cuartel Venecia.

Casona del Cuartel Maruri, en “Rutas Patrimoniales de Independencia”. La Cañadilla, 2017.

En los inicios de la dictadura de Pinochet, a un par de calles donde posteriormente se instalará el Cuartel Borgoño, se localizará la Casona de dos pisos que dará vida al Cuartel Maruri, signada con el hoy inexistente # 245. De acuerdo al Informe Rettig, acá funcionó el Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea, SIFA, que preferentemente era utilizado por agentes solteros del Comando Conjunto. El inmueble era ocupado para retener transitoriamente a detenidos, centrándose en la persecución, tortura y eliminación de miembros del MIR y del Partido Socialista entre los años 1974-1975 y de integrantes del Comité Central del Partido Comunista entre 1975 y 1977.

Actualmente la entrada de la casa se encuentra designada con el número 251 y pocos vecinos la reconocen como ex centro de tortura. La mayoría prefiere no hablar del tema por temor a “persecuciones”, aunque algunos reconocen los cambios de voltaje producidos por la aplicación de electricidad como medio de tortura en el que fue uno de los 1.132 lugares que, de acuerdo el Informe Valech fueron utilizados como centros de detención.

Unas veinte calles hacia el norte de Independencia, en la calle Venecia a la altura del 1700, se localizó el llamado «Cuartel Venecia”. Esta casa que después del golpe sirvió como escondite de altos miembros del MIR, fue tomada a fines de 1974 para el uso a una de las unidades de la Agrupación “Caupolicán” de la DINA. La Comisión de Verdad y Reconciliación (Informe Rettig) recibió testimonios que confirman que este cuartel secreto fue utilizado para mantener detenidos y para torturar.

Cuartel Venecia. María Gloria Moreno. Acrílico sobre tela (2017).

De este lugar se tiene constancia de la detención del matrimonio de dirigentes comunistas de Bernardo Araya, ex diputado y dirigente de la Central Única de Trabajadores (CUT) y María Olga Flores Barraza, quienes habían sido apresados en Quintero junto a sus tres nietos y cuñado y llevados al inmueble en el año 1976. La pareja fue brutalmente torturada mientras, en paralelo, agentes de la DINA celebraban un cumpleaños, según dio cuenta el testimonio presencial de Juan Waldemar Henríquez uno de los nietos que se encontraban apresados y que luego fueron liberados. Con los años, Juan ingresó al FPMR siendo asesinado en el montaje que la Dictadura denominó como Operación Albania en el año 1987.

Luz Arce Sandoval vecina de Vivaceta, miembro del Partido Socialista, y que luego fuera colaboradora de la DINA/CNI, indicó en los años noventa que durante el año 1977 la casa era utilizada como centro de detención.

Hoy, recorridas más de cuatro décadas de estos sucesos, detallados en las Comisiones Rettig y Valech, creemos es imperativo que, desde la historia local, se recuerde y reflexione acerca de la memoria nacional y de cómo estos dolorosos eventos que fueron parte de una de las páginas más tristes de la historia nacional, jamás vuelvan a repetirse.

Artículo adaptado del capítulo “Ruta de Derechos Humanos” del libro “Rutas Patrimoniales de la Comuna de Independencia”. La Cañadilla. Imprenta Montesinos, 2017.

 

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