Calle Independencia -conocida durante la Colonia como La Cañadilla- pasó a llamarse así mediante un decreto emitido por el presidente Manuel Bulnes el año 1842. En el alba del siglo XX, dicha arteria estaba poco urbanizada y recién llegaba, en su límite norte, hasta la actual calle Nueva de Matte. Tal como relata el diario El Mercurio en noviembre de 1906, al momento de inaugurarse el hipódromo Chile, “los asistentes pueden concurrir tomando el carro número 6, que viene desde 21 de mayo, puente Bandera e Independencia para terminar en calle Nueva de Matte y caminar un par de calles para encontrarse con el recinto”. Este hito será muy importante para el inicio de la urbanización del sector aledaño a la hoy conocida Plaza Chacabuco.
En febrero de 1817, el Ejército Libertador de Los Andes, en su regreso triunfante de la victoria de Chacabuco, pernoctará en terrenos cercanos a la actual plaza, otorgándole una identidad histórica al sector; situación que se verá materializada en la creación de la plaza del mismo nombre.
Según es posible ver en registros de prensa de la época, como el Diario El Mercurio, a esta plaza se la reconoce como una iniciativa realizada por vecinos en conjunto con el Municipio de Santiago, evidenciando su importancia social. También se encuentra registrada en el plano diseñado por Nicanor Bologña en 1911, distinguiéndose así como un lugar urbano dentro de los límites de la ciudad. A partir de entonces convergerán hacia ella algunas calles importantes, que se irán sumando a la arteria principal.
Una de estas calles es Santa Laura; la que, pese a tener una longitud de solo una larga cuadra, es parte importante de la historia de la comuna. Esta arteria continúa su trazado hacia el oriente, pero con el nombre de Avenida Chile, para luego, desde la década del cuarenta del siglo XX, llamarse Avenida México, el que es su nombre actual.
Santa Laura -que por una década entre los años 2008 y 2018, se llamó Julio Martínez Prádanos, en recuerdo del extinto Premio Nacional de Periodismo- escribirá sus páginas doradas una vez que se produzca, en el año 1923, la inauguración del estadio de la comunidad española. En sus orígenes, este recinto deportivo fue llamado como Estadio de Los Españoles o de los Iberos, pero más tarde, en una fecha aún no determinada, tomará el nombre de la arteria que lo vio nacer. La calle y su estadio, no solo serán testigos de una historia casi centenaria de espectáculos deportivos no exclusivamente ligados al fútbol, sino también peleas de box, un sudamericano de básquetbol en 1958, natación, velódromo y otras actividades físicas, a las que además se suman un largo despliegue de actividades tanto político, como culturales en su casi centuria de vida.
Cobijado bajo los límites del antiguo Callejón de Guanaco, Calle Centenario (actual Einstein) y calle Santa María (actual calle Huanuco), por casi más de 25 años, el estadio Santa Laura tendrá un vecino ilustre a unos pocos metros: el Estadio Independencia de la Universidad Católica, primer club chileno que logra la hazaña de edificar un campo deportivo. Por esta razón, la calle Santa Laura entre 1945 y 1970 será la caja de resonancia de los triunfos y derrotas de ambas escuadras y, escuchará los eufóricos gritos de los hinchas rojos y cruzados que hasta podían verse desde lo alto de el tablón del estadio Santa Laura y de las galerías de los Caballeros Cruzados. Así, la arteria en cuestión, pudo reconocerse como lugar de encuentro del hincha del fútbol, que asistió de manera regular a los encuentros, al menos hasta la década de los setenta en que una vez vendidos los terrenos del Estadio Independencia, se termina la época de Plaza Chacabuco como el lugar donde el fútbol capitalino se concentrará, ante la inexistencia aún, de los estadios monumental o San Carlos. Permanece por entonces, el Santa Laura y su calle, como un lugar de tránsito obligado para los amantes del fútbol que exprimían los campos del no tan verde pasto cansado, que llegó a tener reuniones triples y otros campeonatos por aquellas épocas.
A lo largo de esta calle existieron diversos recintos comerciales, entre ellos, de gran reconocimiento era la Fábrica de helados La Esmeralda, deleite de grandes y chicos durante la década de los cuarenta, así como también la presencia de restaurantes que atendieron a un público aficionado al fútbol, pero también al Teatro Valencia y al Hipódromo Chile. En la acera sur (donde hoy está una pastelería) se encontraba la confitería del Teatro Valencia; pocos metros más allá, estaba “Don Lalo, el Rey del pescado frito”, en tanto, el restaurant el Sportman miraba de frente al estadio en su vereda sur.
Otros locales emblemáticos que por años dieron vida al sector fueron la Casa del Sr. Valencia, que con el tiempo pasó a ser el Liceo Mixto Ramón Freire (en el lugar que hoy está la bomba de bencina), poco más allá, estaban la Farmacia Santa Laura y el restaurant “Los Diablos Rojos” y la reparadora de calzados que se separaba solo por metros de los que fue el Hotel “El Chalequito”. Ya cruzando la calle Huanuco estaba la Sombrerería, casi al lado del castillo del estadio; en tanto, pasando esta entrada principal estuvo la fábrica de zapatos Alejin.
La farmacia Santa Laura debió ser uno de los establecimientos más antiguos del área norte. Fundada en el año 1928, la Botica y Droguería Santa Laura, de la mano de don Miguel Friz, farmacéutico autodidacta, que había trabajado anteriormente en la Farmacia Petrizzio, llega a arrendar el local de la familia Auleme, en las cercanías de la Plaza Chacabuco. La farmacia va a ser el hogar de la familia Friz, siendo posteriormente el yerno de don Miguel, don Moises Shuffer el continuador de la obra. La farmacia permaneció con sus dueños originales hasta 1978, no obstante, la venta de esta no significó el cambio vocacional del local, el cual permaneció hasta hace pocos años entregando el mismo servicio para el cual fue creado. Solo, hace pocos años su local fue vendido y posteriormente demolido.