En el marco de la 9º versión del programa Cultura, Memoria y Derechos Humanos, organizado por la Corporación de Cultura y Patrimonio de Independencia, el miércoles 25 de septiembre a las 19:00 horas, se llevará a cabo una doble inauguración de artes visuales que invita a reflexionar sobre la historia reciente de Chile y los relatos marginados de su sociedad.
La muestra documental «Chile en ebullición: Cinco años después», gestada por un colectivo de 12 mujeres fotógrafas, y la variedad de disciplinas desplegadas en «Historia al margen», de Catalina Soto Curaqueo, se presentan como dos miradas que buscan contribuir a la construcción de memoria en un país marcado por desigualdades estructurales, violencia histórica y silencios impuestos.
Ambas exposiciones estarán abiertas a público hasta el 6 de noviembre en la Biblioteca Pública de Independencia, con entrada liberada.
«Chile en ebullición: Cinco años después»
Compuesta por el trabajo de doce fotógrafas, bajo la curaduría de José Giribás, esta muestra busca capturar las emociones, símbolos y experiencias que definieron las manifestaciones acontecidas tras el 18 de octubre de 2019. El lente de Valeria Alessandrini, Marcela Araya, Ailen Díaz, Amilix Fornerod, Verónica Garay, Nicole Kramm, Naomi Madariaga, C. Muñoz, Marucela Ramírez, Vanessa Rubilar, Catalina Sarzoza y Sofía Yanjarí ofrece una perspectiva única desde lo femenino, abordando cómo las imágenes no solo capturaron los hechos, sino el pulso de la rabia, así también como la alegría de una sociedad que se ilusionó con haber despertado ante la urgente necesidad de realizar un real y profundo cambio.
Para Vanessa Rubilar es precisamente esta dualidad la que definió su experiencia como fotógrafa durante el estallido social. Por un lado, había un ambiente de compañerismo entre la multitud, unida por ideales compartidos y “un sentimiento de descontento, pero también de esperanza”, como ella misma describe. Sin embargo, ese clima contrastaba con la brutal represión hacia los manifestantes, algo que, pese a su experiencia documentando otras protestas, “nunca había presenciado con tal intensidad y constancia”.
Por su parte, Nicole Kramm considera que la democratización en la posibilidad de registrar, así como en el acceso a las imágenes y la rapidez con la que se difundían, fueron de vital importancia para evitar que “se hubiesen perpetrado más violaciones a los derechos humanos”. Asimismo, reconoce que el poder vivirlo en primera persona la marcó profundamente, dado que “no estás solamente registrando una situación, estás formando parte de la historia reciente del país”.
En este sentido, Ailen Díaz añade una nueva perspectiva sobre cómo la fotografía se convirtió en un acto profundamente personal y emocional. “La situación que más me impactó fue cuando estaba cubriendo para una agencia nacional y, al centrarme en los y las trabajadoras del INDH, me encontré con un chico herido por perdigones, a quien conocía personalmente. Dejé de hacer fotos y comencé a llamar a sus cercanos para informar lo que había pasado”, explica.
Para profundizar sobre diferentes aspectos de esta muestra, inaugurada por primera vez en Berlín en septiembre del año pasado, así como del trabajo compilado en sus 44 imágenes, las fotógrafas Nicole Kramm y Ailen Díaz, junto al curador José Giribás, participarán en un conversatorio el 23 de octubre en la biblioteca pública, con la exposición como telón de fondo.
«Historia al margen»
La obra de Catalina Soto Curaqueo se enmarca en la lucha por recuperar y resignificar la memoria del pueblo mapuche a través de diversas disciplinas artísticas, como el dibujo, la fotografía, la performance y la instalación. Según declara esta creadora, su trabajo surge de “la urgencia por dar voz a los relatos que han sido sistemáticamente silenciados por la versión oficialista de la Historia”.
El proceso creativo de la artista es profundamente personal: una búsqueda lenta y compleja de su identidad marcada por los silencios y las omisiones culturales que vivió su familia, lo cual, lejos de transformarse en un obstáculo, se convirtió en una “pulsión movilizadora”, según explica. Así, su obra es un “proceso continuo de descubrimiento y cuestionamiento”, que va “más allá de las respuestas definitivas”, generando nuevas preguntas sobre su ser y su lugar en el mundo.
En su recorrido, Soto Curaqueo ha comprendido que la historia de su familia no es única, sino parte de una experiencia colectiva que afecta a muchas otras familias que han sufrido migraciones forzadas y la negación de sus raíces. Por eso, considera de suma importancia “buscar esos lugares de denuncia y llevar esas reflexiones a los circuitos artísticos”.
El dibujo tiene un lugar especial en su cuerpo de obra, al considerarlo una herramienta democrática y esencial “para entrar a dialogar con otras disciplinas”. Asimismo, los “imaginarios visuales” heredados de sus abuelas “que generaban creaciones a través de sus manos, de sus tejidos”, le han permitido enriquecer su trabajo al experimentar con diversos materiales y técnicas, que trascienden lo aprendido en su formación académica. Por lo tanto, “el diálogo disciplinario se basa y se va justificando en la necesidad de la obra y ese el porqué trabajo con varias disciplinas”, concluye la artista.