La fotografía de Paula Navarro captura la esencia de lo urbano en blanco y negro, mientras Valentina Huerta explora la identidad a través de la pintura con intervención textil. Dos exposiciones que se conectan en un espacio de reflexión sobre quiénes somos y cómo nos mostramos, las que se inauguran el próximo miércoles 13 de noviembre a las 19:30 horas en la Biblioteca Pública de Independencia.
Próximamente, la Biblioteca Pública de Independencia se convertirá en un espacio de diálogo artístico multidisciplinar con la inauguración conjunta de Tercer Ojo de Paula Navarro y Vestitus de Valentina Huerta Marty. Dos exposiciones que, desde la fotografía y la pintura con intervención textil, abordan diferentes capas de percepción sobre la identidad y el transitar en la vida cotidiana.
En Tercer Ojo se revela la calle como un escenario sobre el cual se manifiesta la esencia misma de lo humano, mientras que Vestitus nos presenta el vestir como un acto ritual que proyecta la historia íntima de quien lo porta. De esta manera, ambas artistas invitan al espectador a cruzar el umbral de lo visible, abriendo caminos de reflexión sobre cómo construimos nuestra identidad y nos reflejamos en lo que nos rodea.
Estas exposiciones marcan el cierre de la programación de artes visuales en 2024, habiendo sido seleccionadas mediante un inédito proceso de convocatoria pública. En este contexto, Valentina Huerta se destaca como la única artista de Independencia elegida durante este ciclo para presentar su obra. La doble inauguración tendrá lugar el miércoles 13 de noviembre a las 19:30 horas, y ambas muestras permanecerán abiertas a público hasta el 11 de diciembre, con entrada liberada.
Tercer ojo. La calle como escenario
La serie Tercer Ojo es un viaje de una década a través de la urbe, transformada por Paula Navarro en un escenario donde los paisajes y las emociones de sus protagonistas interpelan al observador a fijar la atención en el momento y dejarse sentir. En cada una de las 34 piezas en blanco y negro, la fotógrafa revela instantes de humanidad cruda y sincera, sin aspavientos, capturando simplemente el latido vivo de la subjetividad en lo público.
Inspirada por fotógrafos como Julia Toro, cuya visión íntima y profunda dio título tanto a su obra como a un libro compilatorio de la muestra, esta retratista y orgullosa fundadora del colectivo de fotógrafas MIRAM explica que su proceso creativo consiste en dejar que el azar y la curiosidad la sorprendan, convirtiendo ese enfoque en “el sello de este proyecto”.
Con un ojo místico, Navarro asegura encontrar belleza “en aquellos lugares que dejaron de ser vistos, que dejaron de emocionar”, evocando una comunión profunda con una realidad trascendente. “Me sorprende el dolor, la humanidad que transita en cada uno de los seres que fotografío”, añade, describiendo esa sensación como “algo que punza” y que resuena en su propio interior. Al exhibir su trabajo, siente que crea un espacio de encuentro donde el espectador completa las imágenes con sus propios colores, “colores que provienen del alma, del corazón”.
Vestitus
La exposición Vestitus de la artista local Valentina Huerta Marty invita a redescubrir la identidad a través de 15 obras en técnica mixta, donde cada puntada y cada material encuentran su propia voz. Huerta construye retratos figurativos monocromáticos en acrílico, sobre los que entrelaza telas, hilos, cuerdas, cuero, madera y pelo, haciendo de estos materiales “la textura del pincel”.
Para la autora la vestimenta es más que una simple capa de protección; es “un traje que, más que cubrir el cuerpo, viste el ritual que conlleva el ser humano”. Esta perspectiva surge de la búsqueda del propio lenguaje; un proceso íntimo que, como ella dice, “me hablara al devolverme la mirada”. Como la pintura no lograba capturar la esencia que buscaba manifestar, tras su participación como expositora en un recorrido por la memoria, se volcó al bordado, convirtiendo las telas e hilos en extensiones de su propia sensibilidad.
En un contexto donde el fast fashion y la producción masiva de ropa tienden a despojar a los materiales de significado, Huerta rescata los fragmentos desechados y los eleva a tesoros cargados de memoria e identidad. “No es basura”, aclara, “son desechos que en mi imaginario se vuelven un tesoro… tela impregnada de otra vida”. Así, cada pieza en Vestitus es también un testimonio de quienes usaron esas telas antes, capas de historia que crean identidades yuxtapuestas e indivisibles.
Inspirada por figuras como Stephanie Landoux, Huerta construye una “piel” que habla de la otredad mediante gestos delicados y profundos, donde cada fragmento de hilo y tela remite al espectador a su propia identidad, convirtiendo cada obra en una meditación sobre lo que llevamos y lo que somos. Como artista, Huerta busca “ser un aporte y una vitrina a través de su pintura”, representando a migrantes, gitanos, travestis y otros personajes que ha visto desde su infancia en la comuna, y hablando de la riqueza cultural de su barrio.