ECOS DE AUSENCIA Y ANDINOS URBANOS: EN EL MES DE LA MUJER DOS MIRADAS SOBRE MEMORIA Y TERRITORIO

En el mes de marzo, Independencia Cultural da inicio a una nueva temporada de Artes Visuales con dos exposiciones de pintura que exploran la relación entre el cuerpo, el rito y la identidad en el arte contemporáneo.

En el marco del Mes de la Mujer, las muestras Ecos de ausencia y Andinos urbanos, de los artistas interdisciplinarios Melania Macaya y Mario Moreno (Sofrenia), invitan a reflexionar sobre las tensiones entre lo individual y lo colectivo, la corporalidad y el rito, lo ancestral y lo urbano. Ambas exhibiciones forman parte de la programación anual de Artes Visuales de Independencia Cultural, tras haber sido seleccionadas en la convocatoria realizada a principios de este año. En total, 112 artistas y colectivos de la Región Metropolitana postularon sus proyectos, de los cuales fueron elegidos diez para exponer en duplas a lo largo de 2025.

La doble inauguración se llevará a cabo el miércoles 26 de marzo a las 19:30 horas en la Biblioteca Pública de Independencia, contando con la presencia de ambos creadores y un cóctel de honor. Las exposiciones estarán abiertas al público hasta el 29 de abril, con entrada liberada.

A través de enfoques visuales y conceptuales muy distintos, ambas muestras encuentran un punto de conexión, explorando, por medio de la pintura y la danza, cómo el cuerpo—humano o simbólico—representa un territorio de memoria, identidad y transformación dentro del arte contemporáneo.

Límites. Melania Macaya. Óleo sobre tela, 60 x 80 cm. 2023.

Ecos de ausencia: El cuerpo como territorio de exploración colectiva

El trabajo expositivo de Melania Macaya gira en torno a la exploración del cuerpo desnudo en un contexto colectivo, a través de la pintura y otras disciplinas artísticas. Desde 2018, su investigación ha desarrollado un enfoque interdisciplinario que aborda la relación entre el cuerpo, el espacio social y la identidad, integrando danza, fotografía, video y performance. “La interdisciplina me permite abordar la conversación acerca del cuerpo como agente creador desde más puntos de vista. Los encuentros que realizo son una performance en sí mismos, y la pintura no puede abarcar por completo esa experiencia”, explica la artista.

Como gestora del proyecto, Macaya genera espacios de confianza donde las participantes pueden explorar su corporalidad sin restricciones. Convoca los encuentros a través de redes sociales, dirigiéndolos personalmente con el apoyo de una antropóloga, encargada de documentar la experiencia en un texto etnográfico. “La selección se hace a modo de embudo, según el interés y compromiso de cada participante en ser parte del proyecto”, precisa. En cada sesión, mediante técnicas teatrales de improvisación, las asistentes experimentan con el movimiento y la danza, promoviendo una conexión profunda con su cuerpo y con la energía colectiva.

Ecos de ausencia aborda la representación del cuerpo femenino tanto en su dimensión individual como en su expresión comunitaria. “El desnudo se convierte en una representación cruda y auténtica del cuerpo, un reflejo del estado físico, biológico, emocional y social de la persona”, afirma Macaya. Desde su perspectiva, el cuerpo está en constante transformación y su interacción con los demás genera un vínculo entre lo personal y lo colectivo. “La danza se convierte en un motor esencial de esta interacción, facilitando la expresión del cuerpo en su estado más libre y espontáneo, mientras que la fotografía y el video registran y preservan estos momentos, capturando la evolución de las formas y emociones en tiempo real”, agrega.

El título del proyecto alude a un momento pasado, un instante que se desvanece y solo queda resonando en la memoria. “El cuerpo está vivo, se mueve, siente a través de cada experiencia vivida, y el paso del tiempo permite dejar un eco de esa huella”, explica la artista. En este sentido, la exposición también se enfrenta a ciertos tabúes en torno al desnudo. “Uno de los más grandes desafíos ha sido la aceptación con el público. Aunque el cuerpo no debiese ser un tema tabú, sigue enfrentando estigmas, sobre todo cuando se trata del cuerpo femenino”, asevera.

El resultado de este proceso es una obra pictórica que captura el instante compartido, uniendo la singularidad de cada participante con la experiencia del grupo. A través de esta interacción, Ecos de ausencia invita a reflexionar sobre la naturaleza humana, aportando a las discusiones actuales sobre género y corporalidad. “El arte tiene el poder de tocar a las personas, de hacernos conectar con nuestro lado más sensible. Es un agente que nos permite sublimar nuestras emociones y convertirlas en ideas, en experiencias que apelan a la empatía, las emociones y la comprensión”, concluye su autora.

Abrazar la realidad. Sofrenia. Óleo sobre tela, 60 x 90 cm. 2020.

Andinos urbanos: una reinterpretación de nuestros ancestros en el mundo contemporáneo

Sofrenia presenta una serie de 12 pinturas realizadas entre 2016 y 2025, donde explora la transformación de las tradiciones andinas en la ciudad de Santiago. Andinos urbanos es el resultado de años de investigación sobre los personajes danzantes de los carnavales en Chile, Argentina, Perú y Bolivia, un estudio que también dio origen a su libro Danzantes, publicado en 2022 con el apoyo del Fondo del Libro y la Lectura.

Su interés por esta temática nació en 2011, cuando en una marcha estudiantil conoció el tinku, una danza boliviana de raíces guerreras. “Comencé a bailar tinku en 2016 con una agrupación. Al mismo tiempo, iba estudiándola, ilustrándola y aprendiendo sobre el pensamiento andino”, comenta el artista. Este proceso lo llevó a viajar por el norte de Chile, Bolivia y Perú, donde además de danzar, participó en encuentros de muralismo. “Como ya venía pintando un poco de fantasía, esto lo mezclé con el aprendizaje sobre el mundo andino, la danza, las costumbres y su cosmovisión”, añade.

Además de la pintura, su trabajo se despliega en múltiples formatos: ilustración, cómic, muralismo, diseño gráfico y docencia, cada uno con su propio ritmo y alcance, siendo la fusión entre la fantasía, la investigación y el trabajo comunitario una constante. “Cuando empecé con esto de los andinos, hice un libro, al mismo tiempo pintaba personajes danzantes en mis murales y bailaba. Entonces, voy combinando todo”.

Su labor como muralista lo ha llevado a distintas poblaciones y comunas, donde actúa como un puente entre los habitantes y la obra. “Desde la concepción hasta la ejecución, participan todas las personas posibles y yo también aporto desde mi técnica y mi imaginario”, señala. Pero su vínculo con las comunidades también se extiende al diseño de trajes, afiches y logos para agrupaciones de danzantes. “Siempre es un trabajo colectivo, y eso me lo ha dado el muralismo. La edición de libros, en cambio, es un trabajo mucho más personal”, aclara.

Más allá de la iconografía, el pensamiento andino también influye en su forma de vida. “Lo intento, aunque es difícil en una sociedad que no siempre lo permite”, reflexiona. Sin embargo, rescata el Sumak kawsay, una expresión quechua que significa “vida en plenitud” o “buen vivir”, una filosofía que busca equilibrar la existencia humana con la naturaleza y la comunidad.

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