
El antiguo Barrio Independencia estuvo ligado a la diversión desde su génesis. Esto se hizo manifiesto en las chinganas coloniales, a las que se sumaron con el tiempo, famosos espacios de diversión como la “Fonda del Arenal”, dirigido por la Peta Basaure hacia finales del siglo XIX. En las primeras décadas del siglo XX, los cines Nacional, Independencia, Capitol, Excélsior, Valencia y el recién inaugurado Libertad, contribuyeron al ambiente de diversión característico del norte del río Mapocho.
Hacia mediados del siglo pasado, el ambiente de remolienda alcanzó a su máxima expresión con el “Cabaret Bossanova”, ubicado en calle Vivaceta Nº 1226. Este espacio dirigido por Carlina Morales, mejor conocida como la Tía Carlina, se convirtió en un ícono por incluir en sus espectáculos un show de travestismo: el llamado “Blue Ballet”.

Por ende, si de beber y comer se trataba, el norte de la ciudad era el lugar preferido para la juerga. Según nos relata Maximiliano Salinas en su libro “Vamos remoliendo mi alma”, durante el siglo XIX, en La Chimba se podía disfrutar de un potrillo de chicha, un barril de cerveza o un jarro de ponche heladito para saciar la sed de los parroquianos.
A mediados del siglo XIX, cerca del río Mapocho, en las primeras cinco cuadras de avenida Independencia, es decir, calles Olivos, Escanilla y Pinto con Barrenechea, López, Lastra, Ibáñez y Maruri, se localizaban gran cantidad de garitos (bares de mala muerte donde además se podía jugar) así como chicherías y otros lugares de diversión.
En la segunda mitad del siglo XX, el Barrio Independencia continuó siendo conocido por sus espacios de diversión, aunque en versiones más recatadas, materializadas en antiguos restaurantes que deleitaban a comensales y visitantes. Destacaban locales como la Hostería La Montaña, Las Cachas Grandes, El Flamingo, El Quitapenas, La Democracia, entre muchos otros. A estos se sumaban algunos establecimientos más alejados de la arteria principal, hacia el poniente, que también fueron icónicos para los vecinos de la zona.
Uno de estos lugares fue el restaurante El Radical, ubicado en la actual Población Manuel Montt. Este local, que alcanzó gran popularidad durante las décadas de 1960 y 1970, era liderado por su dueño, don Arturo Hernández, residente de la población Juan Antonio Ríos. El Radical era conocido por su excelente comida y ambiente acogedor, reuniendo a familias enteras, especialmente de la Población Manuel Montt y de la vecina Juan Antonio Ríos.
El relato sobre “El Radical” permanece vívido en la memoria de Roberto, hijo de don Arturo Hernández, quien comparte sus experiencias en el recinto, fundado en los años cincuenta. El nombre de este local proviene de sus inicios como sede del Partido Radical, un influyente conglomerado político que, entre 1938 y 1952, llevó a tres de sus miembros a ocupar el sillón presidencial en La Moneda.

Con el tiempo, los cambios de uso y nuevos propietarios, el local cambió de nombre, pero don Arturo le devolvió su antiguo nombre a fines de la década de 1960, debido a que para entonces continuaba vinculado al Partido Radical, al que seguía arrendando algunas dependencias del establecimiento.
Arturo fue ampliando y mejorando los espacios del restaurante. Primero añadió un galpón donde se organizaban populares parrilladas bailables, un lugar que perduró muchos años. En los años setenta, además, asumió la presidencia del club de fútbol Manuel Montt, y durante su gestión realizó modificaciones, añadiendo junto al galpón otra dependencia, que hoy se encuentra contigua a la Junta de Vecinos.

El galpón también se convirtió en un punto de encuentro. Se organizaban onces para los infantiles del club y eventos especiales que contaban con la presencia de figuras de la televisión, gracias a vecinos que trabajaban en Canal 13. Éste fue el caso de Ernesto Riquelme, la «risa eterna» de Sábados Gigantes, habitante del barrio, quien llevó hasta El Radical a varias personalidades televisivas de la época, como Copucha, Chirola y Cuchara, Pepe Tapia y Guillermo Bruce. En ocasiones, los eventos fueron animados por el conocido locutor y presentador Javier Miranda, quien también participaba en el programa Martes 13.
Estos eventos que reunían a distintos personajes del espectáculo, la televisión y el deporte eran frecuentes, no solo por la presencia de Riquelme como vecino destacado, sino también por la cercanía de Francisco «Chamaco» Valdés, quien facilitó la llegada de varios jugadores del Colo Colo subcampeón de la Copa Libertadores en 1973. Chamaco, además de ser vecino, había jugado de niño en las divisiones inferiores del club Manuel Montt, reforzando la conexión con el local, donde don Arturo también era dirigente deportivo.
El Radical tuvo una vida muy activa, alcanzando su mayor apogeo entre 1965 y 1985. Posteriormente, coincidiendo con el retiro de don Arturo, la crisis económica y las dificultades para mantener espacios culturales durante la dictadura cívico-militar, el lugar fue desapareciendo de la vida cotidiana del vecindario. Sin embargo, El Radical sigue presente en la memoria de los vecinos como uno de los espacios de esparcimiento y alegría que contribuyó a fortalecer el alma de la población Manuel Montt, un vecindario afincado por casi 100 años en la ribera norte del Mapocho.
